Cáritas es la mayor organización de acción humanitaria de Andalucía. Los voluntarios son su principal fortaleza. Más de 13.600 personas aparcan sus vidas cada día para ayudar a los seres humanos más vulnerables. Son el cobijo de los sin techo. El aliento de los que no tienen empleo. El apoyo de los que no llegan a fin de mes. La mano tendida de nuestros mayores. La esperanza de quienes llaman a nuestras fronteras buscando un nuevo horizonte.
Cáritas nació hace más de cincuenta años en el seno de la Iglesia católica para dar respuesta a la creciente demanda social. En Andalucía, cuenta con 10 centros territoriales y 780 técnicos. Desde psicólogos a asistentes sociales. De formadores a administrativos. Cientos de profesionales dispuestos para atender las necesidades de miles de personas que llaman a la puerta de la organización humanitaria en demanda de ayuda.
El corazón de Cáritas es la parroquia. Aquí llegan cada día familias rotas por la crisis y la exclusión social. Hombres y mujeres que han perdido el trabajo y enfrentan enormes dificultades para desarrollar una vida en condiciones mínimas de dignidad. Y aquí se les acoge en lo que se denomina atención inmediata. Cubrir las urgencias impostergables de alimentación, ropa y alojamiento.
El reportaje Un soplo de esperanza se adentra en la casa hogar Pozo Dulce de Málaga. Hablamos del colectivo más duramente castigado por el destino. Gente que vive en la calle durante largas temporadas. Sin casa, sin medios de subsistencia, sin calor humano. Personas sometidas a la indiferencia y al aislamiento social, cuando no al desprecio y a la hostilidad. Es el último eslabón de una larga cadena de pobreza, miseria y desventura.
En San José de la Rinconada, en Sevilla, los voluntarios relatan como se vuelcan con sus vecinos más necesitados. Es la parroquia la que se convierte en instrumento insustituible de auxilio y amparo. Dentro de sus muros hospitalarios reciben alimentos para la despensa, prendas de vestir para el ropero y donaciones para pagar las facturas básicas de luz y alquiler. Bajo el impulso del sacerdote, Alberto Mediavilla, una docena de voluntarios coordinan sus incansables acciones solidarias.
Cáritas no solo arrima su hombro para consolar al que sufre. También trabaja para alumbrar su futuro. No vale con dar peces al hambriento. Es preciso enseñarlo a pescar. A ayudarlo a recobrar su autoestima para valerse por sí mismo. Es lo que pretende el Centro Diocesano de Empleo de Sevilla, que dirige Mónica Salido. Su objetivo es formar a las personas más vulnerables y ponerlas en contacto con empresas que requieren mano de obra. Los niveles de reinserción laboral superan el 40 por ciento.
La de Cáritas Andalucía es una labor callada, como subraya su director, Mariano Pérez de Ayala. Miles de personas remando cada día por un mundo mejor, más digno y más solidario.